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El Matador es una novela en la cual el espacio y el arte de torear, son tan protagonistas como los personajes centrales y constituye un escenario del lenguaje que resulta en un espejo del mundo taurino. Una narración, que, aunque ficticia, refleja una imagen corpórea que representa la significación de la vida de los toreros, empresarios y ganaderos, más allá de lo que en ella se expresa.
En esta novela Luis Ortiz, con pleno conocimiento de causa, recrea varios momentos histórico-políticos venezolanos sin ser fiel a ellos, donde adrede miente contaminando la realidad y situándonos en un punto impropio, donde las líneas paralelas que conforman la realidad y la ficción se funden y se confunden. Para que la trama funcione de manera autónoma, a la realidad de las figuras principales de la narración: los caudillos de una época tumultuosa, añade como trasfondo una ideología castrante y poderosa que se impone a nombre del pueblo. En este relato heterogenérico, que se desarrolla entre la novela histórica y el ensayo, entre letras introduce elementos de ficción muy próximos a la realidad; de manera que entre lo real y lo irónico, sin inmolarse ante el futuro ni al pasado, hurga críticamente en unas guerras acomodaticias. Su narración llena de secretos, que permite despertar las reacciones del ser humano, ayuda a entender al hombre y a captar nuestra historia, intentando mostrarnos la realidad que se esconde detrás de aquellos conflictos. Lo real o lo irreal, lo material o lo ideológico, lo concreto o lo fantástico, lo mundano o lo trascendente o una mezcla de todo ello en precario equilibrio, sólo resuelto por el vigor de la palabra.
En esta obra cada personaje, aparece inseparable de sus acciones y de su ambiente y cada narración, un corpus de particularidades. Su escritura retrata y muestra un corte del instante como un flash que irrumpe en la escena de una vida para desaparecer de inmediato dejándonos el estado interior. Todo es diálogo, una conversación entre los escritores, su entorno, pensamientos y acciones. La narración sabotea, hasta cierto punto, la perspectiva de la realidad y la ficción de forma multilineal y simultánea y contrae la dimensión temporal en la que su autor se convierte en un narrador cuasi-omnisciente.
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