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En el pueblo que la ha visto crecer, Eti, sigue siendo la Caminera. En la ciudad, la señorita Etelvina.Con la creencia de que su madre murió al tiempo de nacer ella de una fiebre muy mala que cogió a la cabeza caminó los primeros años de su vida. De su padre nunca se ha hablado en la Caseta de Camineros, la casa de sus abuelos y tÃas.A lo largo de su camino ha ido reseñado vivencias propias y ajenas y extraÃdo de la paleta de colores el requerido a cada acontecimiento. Ha vertido lágrimas con sabor a hiel o miel. En torrentera unas y otras tan resecas como cardos agostados por la solanera.La vida ha ido desvelando historias ocultas: el descubrimiento de su familia materna y la llegada de noticias del padre que la abandonó en la casa de los abuelos. Acontecimientos que, pese a su impacto emocional, no le han desviado de su camino.La abuela Erundina, desde la puerta de la Caseta de Camineros, ha visto cómo Eti se ha adentrado, una y otra vez, entre jaras y encinas en busca de amaneceres preñados de esperanza.Personajes revestidos de tricornio, sotana y vara de mando, junto a un regreso sorprendente, intentarán quebrar su andadura.
En Eti, la Caminera (AMAZON, 2023), la protagonista puso de relieve la realidad costumbrista de nuestros pueblos en una época pasada: Alcalde, Cura, Maestro, Médico, Comandante de puesto de la Guardia Civil...todos ellos bajo el beneplácito del Señorito y la atenta mirada del Gobernador Civil de turno. En Caminando el vivir, Eti alterna su transitar entre jaras y encinas con las calles asfaltadas que Etelvina, profesora de instituto, recorre por la ciudad. Ambas, en el todo que forman, siguen caminando la cosa del vivir, testimoniando aconteceres del pueblo pincelándolos con el humor que dulcifica llagas y atempera dolores, y pintando el entorno y a sus personajes con los colores que destellan sus ojos según el sentir. Despacito unas veces, a paso vivo otras o a trompicones...pero sin desfallecer y, siempre, siempre, con el trasfondo de la risa, antÃdoto eficaz para los momentos más difÃciles del camino, cuando parece que el mundo se parte en dos y te engulle el agujero negro.En su andadura descubre besos que alimentan la vida, se estremece con la mirada intensa de una gallina y descubre que hay amores a los que se les aplica la Ley de Vagos y Maleantes. Eti, encarna a los seres humanos que, en circunstancias muy difÃciles de la vida, siguen caminando sin tirar la toalla en la convicción de que hay una meta real de esperanza.
¿Novela negra, trama policiaca, costumbrista... una historia de amor? ¿O un pretexto para recorrer calles y plazuelas de Cáceres, otear el Sardinero, subir a la Peña de Francia o contemplar la Alberca o las Hurdes...? ¿Accidente u homicidio? ¿Los personajes del presente son herederos de aquellos que retornan del pasado?Lo dejamos en tus manos, lector, para que a través de las páginas de esta novela vayas descubriendo las claves y dando respuesta a cada una de las interrogantes.
Eti, la Caminera, narra la realidad más costumbrista de la época que le ha tocado vivir y la suya personal: Su nacimiento y el afán de descubrir su origen. Fue mi primera novela. Corta e intensa, en la que se entremezclan anhelos, deseos, pasiones, temores, risas y llantos...sentimientos de la cosa del vivir, de sus altibajos de desesperanzas y renaceres y, lo que es esencial: Continuar el camino del dÃa a dÃa porque el pasado es como un agujero negro, si te aferras demasiado a él, te absorbe y desapareces, (Cristopher Convery en Lo que no te mata te hace más fuerte).Y por esa razón Eti camina. Incansable.
La soledad es el denominador común a los personajes. Atemperarla es el objetivo de unos, buscar remedio, el de otros y olvidar la propia yuxtaponiéndola a la del prójimo la esperanza de todos.El desierto interior, la ausencia de resonancia en lo hondo, la soledad, es el peso que acarrean en la mochila los protagonistas de esta novela; el producto recogido a lo largo del camino pateado: expiación de la culpa, celos, venganza, huida a ninguna parte, sufrimiento, maltrato, desesperanzas, placer, impronta, herencia, abandono... Todos ellos brochazos con que se ha compuesto el cuadro impresionista de esta narración, desdibujado en ocasiones por pinceladas abstractas, próximas al cubismo.Y la soledad, con sus múltiples matices y causas, incita a los personajes a adentrarse por caminos condenatorios para quienes los contemplan, pero no la sufren.
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