Om El Barón La Croix
El Barón La Croix no es una novela histórica, pero al tener la historia pasada y reciente como trasfondo, y sobre todo, ciertos pasajes de las epopeyas traumáticas de dos de las revoluciones más influyentes de los siglos XVIII, XIX y segunda mitad del XX, (La francesa y la cubana respectivamente), nos convocará a indagar, sobre figuras y personajes que más que históricos, son mitológicos en y para la cultura Occidental, desde María Antonieta de Austria, última reina de Francia o Fidel Castro, uno de inspiradores de todos los meta relatos de la poética guerrillera latinoamericana de las décadas del 60 y 70 del siglo XX. Figuras que la novela no menciona o apenas menciona, pero que rondan sus tramas y múltiples subtramas. Una narración hiperbólica y próxima a los códigos semióticos de lo real maravilloso, subgénero literario, que en el caso cubano, le debemos a Alejo Carpentier.
El Barón La Croix tiene además el valor agregado de introducirnos en los orígenes y significados de productos como el café, que desde por lo menos principios del siglo XIX se han convertido en elemento identitario de la cubanidad, o en otros paradigmas de la historia y el devenir de lo que Cuba fue y ha sido. Muchos otros leitmotiv faltan por rememorar, ¡pero es misión del lector irlos descubriendo y disfrutando!; en definitiva de eso se trata toda lectura: hacernos cómplices de lo que el autor nos presenta y devela en sus vuelos narrativos, para desde el disfrute, irnos posicionando frente a personajes, hechos e incidentes. Estamos ante una novela que devuelve al lector cubano o extranjero a las vivencias y paráfrasis que sobre el pasado la literatura suele contar, para que disfrutemos desde el asombro de lo inverosímil, y que termina por parecernos real, tan real como esos misterios que muchas veces creemos, habitan en nuestras vidas cotidianas.
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