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Vamos por partes (II)

- Nuevas historias de descuartizadores

Om Vamos por partes (II)

Las noticias nos dan cuenta del último homicidio con puntualidad cronométrica y, el cine o la televisión, nos muestran toda clase de crímenes a diario, lo que hace que, en el imaginario social, el asesinato de una persona sea algo casi normalizado. Pero lo que no lo está, incluso sigue sorprendiendo como si fuera algo verdaderamente excepcional, es el desmembramiento de un cadáver tras su asesinato. Sin embargo, es la propia cotidianeidad de estos criminales, lo vulgar de los asesinos, lo que hace a estos ser previsibles. En contra de lo que se piensa comúnmente, descuartizar un cadáver es algo frecuente, en esta sociedad mentalmente enferma, como lo es la occidental en este S. XXI. Descuartizar el cadáver de una persona a la que previamente se ha asesinado, supone un alto grado de psicopatía en el criminal, que refleja en el propio acto un retrato de su psique anómala. En todo caso, para el descuartizador la víctima es una cosa, a la que se enfrenta desde una absoluta frialdad emocional, lo que lo enmarca en rasgos psicopáticos, no psicóticos. Una ausencia de emociones que enlaza con caracteres asociales, tímidos e introvertidos, rencorosos sociales que sienten desprecio por su víctima, que es incapaz de provocar en ellos un sentimiento de culpabilidad o remordimiento. Y, tal y como ya dijimos en la primera parte de esta obra, aunque la maestría descuartizadora es muy infrecuente entre los criminales españoles, eso no impide que el descuartizamiento sí sea algo casi cotidiano, lo que nos presenta a los descuartizadores como criminales de plena actualidad en nuestro tiempo, que actúan con una frecuencia que estamos muy lejos de sospechar. En esta segunda parte, y a petición de los propios lectores, la mayoría de ellos ajenos al Derecho, hemos decidido no incluir las sentencias que recayeron en algunos de los casos que se narran. Y, aunque podamos suponer otra cosa, el amplio número de casos que se exponen, nos ofrece una conclusión clara: aquí cualquiera baja a hacer un recado y a la que sube, descuartiza a un vecino. Así que, vamos a exponer en doce capítulos, en doce partes, doce crímenes, doce historias de descuartizadores de ayer y de hoy de la crónica negra española, como prueba de que nada cambia. Así que, nuevamente: ¡Vamos por partes!

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  • Språk:
  • Spansk
  • ISBN:
  • 9798851723230
  • Bindende:
  • Paperback
  • Sider:
  • 268
  • Utgitt:
  • 10. juli 2023
  • Dimensjoner:
  • 152x229x15 mm.
  • Vekt:
  • 395 g.
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Beskrivelse av Vamos por partes (II)

Las noticias nos dan cuenta del último homicidio con puntualidad cronométrica y, el cine o la televisión, nos muestran toda clase de crímenes a diario, lo que hace que, en el imaginario social, el asesinato de una persona sea algo casi normalizado. Pero lo que no lo está, incluso sigue sorprendiendo como si fuera algo verdaderamente excepcional, es el desmembramiento de un cadáver tras su asesinato. Sin embargo, es la propia cotidianeidad de estos criminales, lo vulgar de los asesinos, lo que hace a estos ser previsibles. En contra de lo que se piensa comúnmente, descuartizar un cadáver es algo frecuente, en esta sociedad mentalmente enferma, como lo es la occidental en este S. XXI. Descuartizar el cadáver de una persona a la que previamente se ha asesinado, supone un alto grado de psicopatía en el criminal, que refleja en el propio acto un retrato de su psique anómala. En todo caso, para el descuartizador la víctima es una cosa, a la que se enfrenta desde una absoluta frialdad emocional, lo que lo enmarca en rasgos psicopáticos, no psicóticos. Una ausencia de emociones que enlaza con caracteres asociales, tímidos e introvertidos, rencorosos sociales que sienten desprecio por su víctima, que es incapaz de provocar en ellos un sentimiento de culpabilidad o remordimiento. Y, tal y como ya dijimos en la primera parte de esta obra, aunque la maestría descuartizadora es muy infrecuente entre los criminales españoles, eso no impide que el descuartizamiento sí sea algo casi cotidiano, lo que nos presenta a los descuartizadores como criminales de plena actualidad en nuestro tiempo, que actúan con una frecuencia que estamos muy lejos de sospechar. En esta segunda parte, y a petición de los propios lectores, la mayoría de ellos ajenos al Derecho, hemos decidido no incluir las sentencias que recayeron en algunos de los casos que se narran. Y, aunque podamos suponer otra cosa, el amplio número de casos que se exponen, nos ofrece una conclusión clara: aquí cualquiera baja a hacer un recado y a la que sube, descuartiza a un vecino. Así que, vamos a exponer en doce capítulos, en doce partes, doce crímenes, doce historias de descuartizadores de ayer y de hoy de la crónica negra española, como prueba de que nada cambia. Así que, nuevamente: ¡Vamos por partes!

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