"No cabe duda de que las obras orquestales, si bien es cierto no tienen la profundidad e intimidad de los cuartetos clásicos de cuerda, en cambio poseen un basto horizonte de sonoridades que nos llevan en arrebatos emocionales de esa placidez de que sólo supo Bach o a ese delirio que entrega en el campo del dolor Tchaikowsky al final de su Sinfonía Patética. Las familias de instrumentos hacen alarde de sus virtudes y, en paleta colorista, nos presentan los más bellos timbres de las maderas, metales y cuerdas percusivas."
-Dr. Adalberto García de Mendoza
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